16.1.06

Una señal de alarma.

Al cumplir tres años había que escolarizar a Paula, por lo que ella dijo:

-Paula irá al colegio al que fui yo.

Y él:

-De ninguna manera. No quiero que le imbuyan religión desde la infancia. Irá a otro colegio donde no hagan eso.

-¿Ah, sí? Pues a mí no me fue nada mal en ese colegio.

-Ahora no hablamos de ti. Es una cuestión de principios: no se puede inculcar fe religiosa como se enseña el teorema de Pitágoras. Quiero que respeten a mi hija.

-No sólo es tu hija.

-Está bien: nuestra hija. Quiero que en materia de creencias pueda elegir por sí misma.

-O sea, que ya has decidido por mí.

-Eso mismo podría decir yo.

-Pues habrá que ir al juzgado. Según el código civil, si los padres no se ponen de acuerdo decide el juez.

Ambos se miraron fijamente y callaron. Desde que estaban juntos era la primera vez que invocaban un precepto legal. Sintieron miedo porque sabían que si una norma jurídica irrumpía en su convivencia, significaría que habían dejado de amarse.

1 comentario:

saiz dijo...

Gracias, Antón, por tus comentarios y por el poema remitido.